Pecado original solo el de Adán y Eva. Los pecados son todos muy vulgares y están todos muy vistos. Lo que si hay son pecados muy arraigados. Uno de ellos, quizá el que más, y al que se hace poco caso o del que se tiene poco arrepentimiento es el de ser jueces de los demás. Es querer ser Dios. Yo puedo valorar la acción de una persona, pero no puedo juzgarla, eso solo le corresponde a Dios, y es mejor que así sea, salimos todos mucho mejor parados si es solo Dios quien juzga.

Nos pasamos la vida juzgando a los demás. Usamos el evangelio como un arma arrojadiza para señalar lo malos que son los demás. A un Juez se le supone que cumple la Ley. Si un juez incumple la Ley es mejor que no juzgue. Tiene que dimitir. Un Juez delincuente es una aberración. Por eso no debemos ser jueces de los demás, por que incluso, aunque no delincamos, nuestra justicia no es nuestra, es de Jesucristo. Cuando Jesús dice «el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra» no está invitándonos a hacer examen de conciencia sino a que nos demos media vuelta y nos retiremos, empezando por los más mayores.

Todavía queda una semana de Cuaresma. Que el Espíritu Santo nos conceda darnos cuenta de cuánto juzgamos a los demás.